viernes, 15 de abril de 2011

1 105 kilómetros y ya estamos en Girón.

Por supuesto que no se trata de la distancia que medie desde algún punto de la geografía cubana hasta este paraje histórico. Sencillamente, nuestro correcto, discreto,  exacto  y muy necesario para el equipo; el chofer Eduardo Armas,  fue quien hizo el  comentario al llegar a Girón: "muchachitos, este equipo Girón Rebelde, ha recorrido desde sus inicios y hasta hoy, 1 105 kilómetros".
  Playa Girón  se descubre como sitio de personas afables, francas, abiertas.  El calor húmedo  en extremo de la región  te abraza, sofoca, te sumerge e invita a imaginar  una caminata por el monte, pantanos y canalizos  de la ciénaga. No hay tiempo, por ahora para un chapuzón en el mar, si lo hacemos, que sea justamente, el día 19.
Lejos de considerar  que casi concluye nuestra aventura, esta suerte de clase de historia  y aprendizaje fructífero con testigos que conservan, como labrada en piedra,  la memoria de los hechos, vencemos el cansancio y redoblamos los bríos para asomarnos  a una cobertura que alcance el detalle quizás poco divulgado,  la impresión desechada por colegas, o quizás, no descubierta en  estos cincuenta años de la invasión a bahía de Cochinos.

 
Que dicha  recorrer palmo  por palmo,  al detalle,  los  más singulares momentos de la historia. Comprobar versiones, ser partícipes de  interpretaciones, testigos del sobresalto, la emoción y  de  lágrimas y confesiones que se matizan con voces  quebradizas.
 Esta suerte de viaje a la historia  nos ha ofrecido palpitantes corazones;  evasivas disimuladas  para  enmascarar  lo que aún  duele, duele muy profundo.
 Estos días  nos  invitan al conocimiento y a la aproximación  a  la sicología del cubano en esta región del sur matancero. Tratamos con un ser jovial, quizás algo  místico o, más bien espiritual,   en el que se  sedimentan una amplia amalgama de conductas  innumerables, pasiones, tradiciones, creencias y resoluciones   que se  muestran   desde lo tierno hasta   lo irreverente, cuando se presenta  el peligro, el sacrificio.
Hoy se nos develará el Museo de Playa Girón, un sitio Monumento Nacional y será nuestra anfitriona  una cienaguera que alcanzó estudios universitarios. El museo de Playa Girón dedica la muestra del mes a un hecho que se nos presenta como  aterrador: se exhibe el proyectil de calibre cincuenta que cegó la vida del joven artillero  de 14 años,  Nelson Fernández Estévez.
Con voz que denota una extraña mezcla de  tristeza, respeto y orgullo, Bárbara Sierra, la directora  del Museo en el que ha permanecido por más de 20 años, nos narra que el proyectil de la mercenaria ametralladora calibre 50 no pudo ser arrancado a tiempo para mantener  la tierna juventud de Nelson.
Solo después de la exhumación de sus restos, el pedazo de plomo que tronchó los  sueños de quien alcanzó a vivir ni tan siquiera una década y media,  fue tomado entre las manos de sus familiares y luego de atesorarlo por un tiempo, en una suerte de denuncia, más que denuncia, advertencia; hoy se muestra en el museo de Playa Girón.

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