jueves, 14 de abril de 2011

¡Nada como una sonrisa de Nemesia!

Bitácora del Equipo Girón Rebelde
Jueves 14 de abril


Cuando Nemesia nos invitó a pasar a su modesta casita en Soplillar solo alcanzaba a observarla. En silencio la contemplé desde el amistoso abrazo a mi colega José Miguel Solís a quien ya ella conocía. Apenas pude hablar, solo contemplarla.

No podíamos continuar el recorrido sin visitar a la flor carbonera, a esa mujer humilde que con 13 años de edad vivió una de las terribles experiencias de la vida y quien dice que después no. Han pasado muchos años, más de los que tenía su madre cuando la ametralladora calibre 50 de los mercenarios la acribilló a balazos aquel 17 de abril de 1961.

Presenciar aquellos horrendos minutos ha sido una carga pesadísima con la que ha tenido que sobrevivir desde hace 50 años. Las heridas no cierran. Lo sabemos, y preferimos no retocarlas, solo preocuparnos por su estado de salud a sabiendas de que las emociones son traicioneras y la presión arterial no las perdona.

Nemesia Rodríguez Montano a ratos agacha la mirada mientras conversa, no puede evitar los recuerdos y consigue hablar de Juliana sin extraer las lágrimas, pero cuando imaginamos lo difícil de la empresa conquistamos con un comentario una sonrisa suya que cuesta poco y produce mucho. Y de veras que la expresión de su rostro se engrandece cuando sus ojos reflejan alegría. Fue suficiente para recordar a Chaplin.

Yo soy mitad cienaguera y mitad pinareña, confiesa la mujer inmortalizada por el Indio Naborí en su poema Elegía de los zapaticos blancos. Descubrimos entonces que su madre, oriunda de la provincia más occidental de Cuba no pudo cumplir su sueño de volver desde que se fue de allá con 14 años. Y lo hace ahora Nemesia de vez en cuando, así como encuentra siempre por estos días un refugio inigualable en lo más intrincado del monte.

La ciénaga se vuelve su confidente, su alivio espiritual mientras aploma el dolor de la pérdida, de la crudeza con que le arrancaron la vida a su madre querida y agujerearon sus añorados zapaticos blancos.

Nemesia ya no es esa niña que describen los versos. El tiempo le ha dado la oportunidad de contar a sus descendientes ese pasaje terrible de su adolescencia. Adora a sus 3 nietos, dos hembras y un varón, y como buena cubana el café le es imprescindible.

Desde pequeña requiere compañía, la de sus hermanas, la de su abundante familia, y el cariño que no pocos le profesan. ¡Conocerla constituye un verdadero privilegio!

Después de compartir un grato pedazo de tarde con ella y dejar memoria gráfica de la misma, se hace imprescindible la visita al Museo-biblioteca que perpetúa la cena del Comandante en Jefe Fidel Castro con los carboneros cienagueros justamente en el lugar donde sucedió el 24 de diciembre de 1961.

Poco faltó para abandonar la idea cuando resultamos presa de los escondrijos de la zona, sin embargo desafiamos la geografía y allí estuvimos. Comenzamos esta jornada de jueves con el saludo reiterado en Haciendo Radio desde la emisora CMDY La voz de la Victoria, situada en Caletón, Playa Larga.

La fe nos alcanza para soñar una transmisión perfecta, sin los aprietos del miércoles, el estrés y la insatisfacción de la obra inacabada debido a desperfectos técnicos, propios por supuesto de una transmisión radial en vivo. Si es así, entonces llegamos al consenso: Réquiem por nuestro realizador Cuco.

1 comentario:

  1. Bonito trabajo, muy emocionante la historia de Nemesia, muy triste lo que le paso. Muy bello lo que cuentan.

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